Un proyecto memorable
El timbre de nuevo nos retornaba a las aulas. La hora del descanso había finalizado. Todos nos incorporábamos a las aulas puntualmente, disciplinadamente con la rutina que impone el hábito.
Las
alumnas subían un peldaño tras otro hasta llegar a la última planta “el
palomar”. La voz del conserje me detuvo, retrocedí. Sus dedos sujetaban una nota de aviso, en la nota figuraba el número
de teléfono y el nombre de la persona que había llamado. El conserje me la entregó religiosamente con todo el primor como si supiera de antemano
que aquel aviso marcaría un antes y un
después en nuestro hacer cotidiano. Me
advirtió que debía ponerme inmediatamente en contacto, pues aguardaban una
respuesta. Subí los peldaños me dirigí
“al palomar”, llegaba con retraso. Las alumnas me esperaban con impaciencia, ellas ya habían
tomado una decisión, estaban convencidas.
Al finalizar la clase, mis dedos seleccionaron
los números del teléfono uno a uno. Tras escuchar la señal de llamada, una voz al otro lado de la línea, aguardaba nuestra
respuesta. Le notifiqué nuestra
decisión. Participaríamos en un proyecto memorable: “La ruta literaria: Don Quijote en la ciudad de Barcelona”.
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